Recordar: Transformar tropiezos en nuevas caminatas
Las oportunidades siempre llegan en el momento menos esperado, a veces disfrazadas de pequeños desafíos o cambios que nos obligan a salir de nuestra zona de confort. Sin embargo, hay momentos en los que, por miedo, dudas o por simple falta de perspectiva, dejamos que esas puertas se cierren sin siquiera intentarlo. El tiempo parece ser algo infinito cuando uno está inmerso en su rutina, pero, cuando se da cuenta, muchas de esas oportunidades ya han quedado atrás, y lo único que queda es el eco de lo que podría haber sido.
Es curioso cómo, en esos momentos, pensamos que siempre habrá otra chance, otro giro, otra oportunidad esperando a ser aprovechada. Pero la verdad es que, con cada decisión que no tomamos, con cada acción que no emprendemos, nos alejamos un poco más de ese camino que podría habernos conducido a algo diferente. La vida no espera, las oportunidades no se quedan esperando que las veamos, simplemente pasan y nos dejan atrás si no estamos atentos.
Ahora, al mirar hacia adelante, lo que queda es mucho camino por recorrer. Un camino que quizás no es el que imaginamos, pero que, sin duda, puede ser tan valioso como cualquier otro si se elige caminar con determinación. Las decisiones que no tomamos, los momentos que dejamos escapar, todo eso ya no se puede cambiar. Pero lo que sí se puede cambiar es lo que está por venir. La vida sigue, y siempre habrá nuevos momentos, nuevas oportunidades, aunque tal vez sean diferentes de las que ya se fueron. Y es en ese camino por recorrer donde está la verdadera reflexión.
No se trata de lamentarse por lo que no se hizo o por lo que se perdió, sino de entender que el camino que queda por delante es también una oportunidad para redescubrirse, para aprender de lo que ha quedado atrás y hacer de cada paso una lección para el futuro. No importa cuán largo o difícil sea el camino por recorrer, lo importante es que, mientras haya vida, siempre hay espacio para crecer, para cambiar y para volver a intentar.
CT